Víctor Fernández situó ante la Ponferradina de nuevo un sistema donde el rombo en el centro del campo fue el protagonista.
Al inicio de la temporada pasada el debate sobre el dibujo táctico que debía utilizar el Real Zaragoza salió a la palestra. Desde agosto hasta diciembre el famoso rombo copó muchos de los titulares y fue el protagonista de los debates. Llegó Víctor Fernández y acabó con todos los debates, el técnico maño cambio el dibujo pasando a un 4-2-3-1 o a un 4-1-4-1, olvidándose del famoso rombo.
Tras la pretemporada y con los jugadores que han llegado a la disciplina zaragocista el debate sobre el sistema con el que debería jugar el Real Zaragoza ha vuelto a la palestra. En el primer partido de la temporada Víctor Fernández alineó un 4-2-3-1 con Ros y Guti en el pivote y por delante en la mediapunta Kagawa, Soro a la derecha y Suárez a la izquierda. Con esta alineación el Real Zaragoza gana poder en el centro del campo al tener superioridad en la medular, aunque pierde potencial de ataque al escorar a Luis Suárez a la banda izquierda. Además, Soro se puede mover a la mediapunta y da más libertada a Kagawa para que se mueva por todo el centro del campo.
En el partido contra la Ponferradina el técnico del Real Zaragoza varió el dibujo para dar entrada en el once a Igbekeme. Víctor Fernández introdujo un 4-3-1-2 con el rombo en el centro del campo. Ros jugó de pivote, mientras que James y Guti participaron como interiores y Kagawa como mediapunta. El interior del lado derecho se situó más centrado en el campo para dejar la banda derecha libre para las subidas de Vigaray. Con este sistema el equipo de la capital del Ebro consigue más poder ofensivo y de presión en la salida de balón rival gracias a que Luis Suárez se sitúa como nueve. Con este sistema el Real Zaragoza pierde un poco de capacidad de salida de balón, obligando a los centrales a jugar más y obligando a Kagawa a bajar su posición en el terreno de juego para salir con el balón jugado.