ESPIRITU DEPORTIVO. El pasado 28 de enero Cervantes Escuela Internacional me invitó para participar en unas jornadas con el sugerente título Volviendo a Nunca Jamás. Decenas de docentes de ELE (español para extranjeros) se juntaron para aprender juntos y contagiarse de ideas creativas para aplicar en el aula.
Iniciamos estas jornadas creativas convencidos de que el aprendizaje de una lengua no puede conseguirse si nos limitamos a metodologías basadas exclusivamente en pruebas cerradas y explicaciones sesudas del profesor; con la convicción de que la creación de entornos de enseñanza gamificados y colaborativos, motivados por un vínculo emocional, facilitan el aprendizaje, aprendiendo desde la acción.
Mi ponencia fue más bien un taller motivaciones. Busqué que los docentes perdieran el miedo a garabatear y se iniciaran en el uso del pensamiento visual. Para perder el respeto a una capacidad adormecida como dibujar es necesario reestablecer el vínculo emocional que nos ligó durante la infancia con el disfrute por garabatear. No se consigue simplemente ponderando racionalmente las virtudes de esta metodología; requiere el arbitrio de nuestras emociones. De hecho, numerosos docentes rehuyen la invitación de iniciarse en el pensamiento visual bajo razones emocionales, ni didácticas ni técnicas: no sé dibujar, no soy creativo, para eso hay que ser un artista, a estas alturas yo ya no aprendo, qué horror de dibujo, qué pensarán de él…
Una vez creado ese vínculo es más fácil desentumecerse y no ver tus dibujos como un trazo vergonzoso que otros puedan juzgar duramente, sino como una oportunidad de aprendizaje y de disfrute. Desaprender requiere un salto emocional que muchos docentes no están dispuestos a realizar y que a menudo les ancla en metodologías ineficaces y aprendizajes desaprovechados.
Otro objetivo de mi taller fue ayudar a los docentes a iniciarse en un sencillo vocabulario visual, creado de forma colaborativa, través del cual practicamos uno de los potenciales de esta metodología: crear narrativas, contar historias, secuenciar sucesos que tengan sentido, dirección e intencionalidad… Todos aprendimos a escribir gracias a que primero nos iniciamos con el dominio del abecedario y después de la adquisición de un creciente vocabulario que enriquece nuestra comprensión del mundo y nos permite comunicarnos en entornos diversos.
Sin embargo, muy pronto abandonamos el garabato como herramienta de conocimiento y comunicación, relegándolo al ámbito de lo lúdico o como recurso exclusivo de etapas de aprendizaje tempranas, ya superadas. Se adquiere el lenguaje visual de la misma forma que se adquiere el escrito o el oral. Perdemos el miedo lanzándonos a la aventura de recuperar un vocabulario visual olvidado. Al principio nos genera inseguridad, cierta vergüenza, sensación de vulnerabilidad, pero con el tiempo no solo se diluyen esas emociones contrariadas, sino que ganamos en técnica y en disfrute. Dibujar segrega endorfinas.
Hablando con algunos docentes de ELE, reconocían que el pensamiento visual puede ser un excelente aliado en el aprendizaje de una lengua nueva. No solo permite crear narrativas o resumir y estructurar la información en mapas visuales que aporten una visión de conjunto, sino que también facilita la comprensión de conceptos abstractos, por ejemplo, los gramaticales.
El pensamiento visual es una metodología que permite ser combinada con otros lenguajes y recursos pedagógicos. El alumno crea mapas o guiones visuales a partir de textos, o al revés; el trasvase es bidireccional. Texto, oralidad e imagen trabajan conjuntamente en entornos colaborativos gamificados. El visual thinking es una herramienta que se adapta fácilmente a cualquier edad y contenido, y que combina bien con otras metodologías. Un traje que diseñas a tu medida.
Salí con energías renovadas de estas jornadas, aunque se supone que es el ponente el que debe recargar las pilas de los asistentes. Soy como quien dice novato en el universo ELE, aunque ya tuve hace meses el placer de compartir con ellos otras jornadas organizadas por En Clave ELE, pero pude comprobar que el profesorado de español tiene unas ganas enormes de renovar metodologías y de embarcarse en nuevos proyectos que ayuden a sus alumnos a no solo aprender español, sino también a vivirlo. También confirmé aún más el potencial que posee el pensamiento visual como herramienta en el aprendizaje de cualquier lengua.
Incluso hubo algún que otro docente ELE que se animó a lanzarse a crear su mapa visual de las jornadas. Gracias, José Ramón, por contagiarnos que se puede desaprender y disfrutar de ello.
Aprovecho para animaros a formar parte de Dibújamelas, una comunidad de aprendizaje sobre pensamiento visual en la que profesionales de la educación compartimos ideas, proyectos, dudas y propuestas formativas. ¿Qué te ofrece este proyecto?